Charlando en el hoyo 19

¿ROBAR O NO LAS BOLAS DE LA PRÁCTICA?

Como ya les he platicado, mi niñez la viví dentro del Country Club de Culiacán. Nuestra casa estaba junto al caddie house y mi papá era el caddie master. El club era nuestro jardín y patio para jugar.

Una de las actividades que más nos gustaba a mis hermanos y a mi era buscar bolas dentro y fuera del campo de golf. Era una aventura emocionante. Competíamos a ver quien encontraba más bolas. Cuando mirábamos una bola que estaba a la vista, corríamos a ver quien la ganaba. No entiendo como siendo niños no le teníamos miedo a las culebras que nos encontrábamos en los roughs y OB´s.

Recuerdo que metía la mano en los hoyos que cavaban los topos y ardillas, sin pensar si quiera que un animal nos pudiera morder. En algunos hoyos en el OB había milpas de maíz, en algunas ocasiones nos corretearon los perros de los campesinos que cuidaban las milpas.

Lo mejor era encontrar bolas de balata que habían sido topeadas, ya que al ser bolas blandas se les hacía hendiduras en la superficie y así era fácil quitarles la cubierta. Como la parte interna de la bola era una bola de plástico más pequeñas cubierta por ligas, nosotros prendíamos papel periódico y echábamos la bola al fuego, lo que hacía que la liga se fuera desprendiendo y que la bola brincara. Travesuras de una niñez muy sana y feliz.

Las bolas que encontrábamos las usábamos para jugar y supongo, porque no recuerdo bien, que algunas se las entregábamos a mi papá para que las vendiera.

En aquellos años para practicar cada jugador debía llevar sus propias bolas de práctica. Así que el jugador tenía su morral de bolas en su locker. Cuando el jugador iba a practicar solicitaba el servicio de un caddie para que recogiera las bolas que tiraba. Yo hice ese trabajo desde niño. Igual que al buscar bolas, no medía el peligro al que estaba expuesto. Obvio recibí bolazos, el que más recuerdo fue uno que me dio Humberto Gómez, como tenía el sol en contra no vi la bola, la cual me dio en el estómago y me derribo. Me dolió mucho, pero había que seguir trabajando y seguí como si no hubiera pasado nada.

Un día mi papá nos llevó a Mazatlán a acompañarlo a un torneo, no recuerdo quienes de mis hermanos fuimos. El torneo era en el campo llamado El Cid. Cuando llegamos me sorprendió ver el esqueleto de una ballena, después vimos muchas bolas tiradas y corrimos a agarrarlas, cuando ya habíamos recogido varias, alguien nos dijo que eran las bolas de la práctica y que no las podíamos tomar. Nos sentimos tristes, pero entendimos que no era correcto agarrar lo que no es nuestro.

Hago este preámbulo para hablar de un tema delicado que ocurre en los clubes de golf: los socios y empleados agarran objetos que no son de ellos. He conocido y sabido de personas que se llevan el periódico, las toallas, los jabones, el jabón líquido, los cubiertos, los sobres de azúcar, los rastrillos de los bunkers, los lápices, los bastones y celulares que se encuentran en el campo, los tees de la práctica, las bolas de la práctica, etc.

Me pongo en el lugar de ellos y creo que los socios lo hacen porque sienten que el ser accionistas les da derecho a tomar lo que hay en el club, también creo que lo hacen como una manera de desquitar lo que pagan de mensualidad en el club. Sea la razón que tengan para hacerlo, ninguna razón justifica el que lo hagan, ya que simple y sencillamente están robando.

He trabajado en varios clubes y he conocido muchos más, y considero que en todos ellos se tiene el problema de que los socios agarran las bolas de la práctica para ir a jugar al campo. Los clubes para evitar este problema han tomado acciones como marcar las bolas de la práctica con pintura, comprar bolas de colores, poner cámaras, pedir al personal de la práctica que vean quien se lleva las bolas, etc. pero nada de esto ha logrado que los jugadores sigan haciendo de las suyas.

Para mi sigue siendo incomprensible como personas exitosas en su trabajo, que se supone tienen resuelta la parte económica de su vida, se animan a robar las bolas de la práctica sabiendo que se exponen a que sean señalados como gente corriente, sin valores. Hasta para el personal de golf es vergonzoso decirle al jugador que no se lleve las bolas. El socio por su lado no acepta que se robó las bolas, así sea que están en su bolsa de golf, sus compañeros lo vean tirando con ellas en el campo o que los caddies los vean jugar con ellas y luego informen al staff de golf.

En la mayoría de los clubes hay una persona encargada de recuperar las bolas de los lagos. Dentro de las bolas que recupera hay bolas de la práctica, ello prueba que los jugadores siguen tomando bolas de la práctica y que principalmente las usan en los hoyos donde hay áreas de penalidad y es muy probable que las pierdan.

Para mi una persona que se roba las bolas de práctica, es alguien que muy probablemente hará trampas en su juego y en el manejo de su hándicap. Para mi esa persona no es un golfista, porque para ser golfista hay que vivir de acuerdo con las reglas de golf. La regla 1.2 Estándares de conducta del jugador establece la conducta esperada del jugador. Se espera que todos los jugadores jueguen de acuerdo con el espíritu del juego:

Trabajo en un club donde pintamos las bolas para que no las roben, pero la verdad no estoy de acuerdo en hacerlo porque la pintura mancha los bastones de los jugadores, es mucho trabajo pintar las bolas y las bolas se ven mal. Por otro lado, a mi me gusta tratar a las personas como se espera que sean y actúen, así que no estoy de acuerdo en tratar a los socios dando por hecho que actuarán mal.

Después de darle vueltas al asunto decidí no pintar las bolas, pero mis mismos compañeros del trabajo me dijeron que estaba mal, que de ninguna manera lograría cambiar a las personas, que no los conocía bien, que se iban a robar todas las bolas, etc. Casi me convencen que es así, pero no lo han logrado. Por eso decidí escribir este artículo, porque yo todavía tengo la esperanza de que podemos cambiar nuestras conductas.

El cambio no vendrá por poner guardias en la práctica, ni por sacar una lista de los jugadores que se roban las bolas. El cambio vendrá del interior de la persona.

Recordemos que nuestro juego es de los pocos donde no tenemos a un árbitro o juez a nuestro lado para ver si actuamos correctamente. El juego descansa en la integridad de los jugadores para respetar las reglas. Los golfistas debemos diferenciarnos de otras disciplinas precisamente por la integridad. Por eso este es un deporte de caballeros y damas.

Espero que este mensaje haga eco en los jugadores, caddies y staff de golf y que juntos tengamos clubes donde hay respeto a la propiedad. FORE.


Mateo Melgar Ochoa – Profesional de golf

www.handy.golf www.youtube.com/jugargolf

mateomelgar1969@hotmail.com


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